Como en los viejos tiempos, cuando al FC Barcelona no le van bien las cosas siempre cabe la posibilidad de echarle una manita, o las que hagan falta, con tal de que el "Villarato" se lleve al dedillo. Y es que pensábamos que eso era algo del pasado, pero al parecer está muy presente. Demasiado. Y si no que se lo pregunten al Sevilla y a toda su afición, que hoy han sido víctimas de uno de los robos más grandes que se recordarán en el Ramón Sánchez Pizjuán, por los siglos de los siglos.
Más vale que lo que deseo Mourinho cuando dijo que "ojalá Mateu Lahoz pitara siempre al Madrid" nunca se cumpla.
La primera parte ha transcurrido dentro de la normalidad. El Barça aburriendo con su toque horizontal interminable y el Sevilla rompiendo a la contra. Y como siempre, en la primera Víctor Valdés demuestra porque no es el portero titular de la Selección Española y se come el gol de Trochowski. Pero en la segunda algo ha cambiado. No sabemos si es que le habrán dado el toque o qué habrá ocurrido, pero el caso es que en el segundo tiempo al colegiado sólo le ha faltado salir con la camiseta del conjutno azulgrana.
Primero se ha cargado a Medel después de que el sevillista tuviera unas palabras con Cesc Fàbregas, que al primer contacto se ha tirado al suelo simulando un golpe en la cara. Al catalán se le puede dar el premio como mejor alumno de Dani Alves y de Sergio Busquets, y es que ha expulsado al jugador del Sevilla sin dudarlo.
Más tarde y ya con el Barça dominando a los andaluces ha dejado seguir una jugada en la que Thiago se ha llevado el balón con la mano. Una jugada que ha terminado con otro tanto del Barça, el del empate. No contento con ello, después de esta mano clamorosa ha expulsado a Míchel por haber dicho "no tenéis vergüenza" a la tripleta arbitral según ha reflejado el acta. Una decisión sin duda excesiva y que ha terminado de condicionar el partido.
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